29 de abril de 2011

Pruebas de Dios

Jn 21,1-14

En aquel tiempo, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dice: ‘Voy a pescar’. Le contestan ellos: «También nosotros vamos contigo». Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.

Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Díceles Jesús: ‘Muchachos, ¿no tenéis pescado?’. Le contestaron: ‘No’. Él les dijo: ‘Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis’. La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: ‘Es el Señor’. Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se puso el vestido —pues estaba desnudo— y se lanzó al mar. Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos.

Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. Díceles Jesús: ‘Traed algunos de los peces que acabáis de pescar’. Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: ‘Venid y comed’. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres tú?’, sabiendo que era el Señor. Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez. Ésta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.



COMENTARIO


Otra vez se acerca Jesucristo a ver a sus discípulos. Otra vez come para que sepan que es Él y que no es ningún fantasma. Otra vez más Jesús quiere seguir instruyéndolos.


Algo hay, sin embargo, que destacar. Aquellos hombres que estaban pescando y que se habían quedado sin su Maestro confían en quien les dice que pesquen en determinada dirección. Es más, si Pedro en una ocasión no fue capaz de mantener la fe en el Señor cuando le dijo que fuera andando sobre las aguas, ahora no lo duda y salta de la barca para ir al encuentro de su Salvador.


Quien reconoció, el primero, a Jesús fue Juan, aquel que le tuvo fe y confianza para seguirlo, incluso, en el doloroso (y peligroso para ellos) momento de la cruz. Quien no quiso, en un principio, entrar en el sepulcro (seguramente para no ver que no estaba su Señor) lo reconoció en el acto. A quien mucho amó, mucho se le dio.



JESÚS, querías estar con tus discípulos, aquellos que dijeron que lo darían todo por ti y se echaron atrás pero que, tras tu resurrección, fueron valientes con corazón de león y sin miedo al mundo y a sus maldades. Pedro fue hacia ti y, así, nosotros, también tenemos que acudir a tu presencia, orar a través de ti al Padre y ser, contigo, hijos de un mismo y único Dios.



Eleuterio Fernández Guzmán

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